Guía práctica y visual para aprender a hacer kombucha kasera desde cero.... con un SCOBY.
El mejor alimento para tu SCOBY es una mezcla simple pero esencial: té auténtico y azúcar blanco. El té (negro, verde u oolong) aporta minerales, taninos y compuestos que mantienen sana la colonia de bacterias y levaduras, mientras que el azúcar actúa como su fuente principal de energía. Aunque pueda parecer contradictorio, el SCOBY necesita ese azúcar para vivir; durante la fermentación, lo transforma en ácidos orgánicos, gases naturales y probióticos, por lo que la bebida final apenas contiene restos de azúcar.
Para mantener a tu SCOBY feliz, usa té puro y sin aromatizantes, azúcar blanco refinado y agua sin cloro. Evita miel, edulcorantes o infusiones de hierbas, ya que pueden alterar el equilibrio del cultivo. Una mezcla equilibrada —unos 70-80 g de azúcar por litro de té— y un entorno limpio son suficientes para mantenerlo fuerte, activo y productivo. En resumen: cuanto más sencillo el alimento, más estable y saludable será tu kombucha. Leer más
La primera fermentación, o F1, es el corazón del proceso de la kombucha. En esta etapa, el té azucarado se transforma gracias al SCOBY, una comunidad viva de bacterias y levaduras que convierte el azúcar en ácidos, gases naturales y compuestos beneficiosos. Es una fermentación con oxígeno, donde el SCOBY flota en la superficie y crea una nueva capa mientras la bebida se vuelve menos dulce y más ácida. Este proceso suele durar entre 7 y 10 días, según la temperatura y el gusto deseado.
Para lograr una F1 equilibrada, hay que usar té auténtico, azúcar blanco y un frasco limpio cubierto con una gasa para que respire. El lugar ideal es templado, sin sol directo y libre de contaminantes. Cuando el sabor está justo entre dulce y ácido, la kombucha está lista. La primera fermentación no solo da vida a la bebida: también enseña a tener paciencia, observar los cambios y entender que cada lote tiene su propio ritmo natural.
La segunda fermentación, o F2, es el momento en que la kombucha desarrolla su personalidad final: sabor, aroma y burbujas naturales. Ocurre después de retirar el SCOBY y embotellar la bebida. En esta etapa, se pueden añadir frutas, especias o zumos naturales que aportan nuevos azúcares, los cuales las levaduras transforman en gas dentro de las botellas cerradas. Es una fermentación sin oxígeno, que dura entre 2 y 4 días a temperatura ambiente, y que da lugar a una kombucha más viva, efervescente y con matices únicos.
Durante la F2 conviene abrir las botellas a diario para liberar el exceso de presión y evitar que estallen. Una vez la bebida tiene la cantidad de gas y sabor deseada, se guarda en la nevera para detener el proceso. El frío fija las burbujas, suaviza el sabor y conserva la kombucha durante semanas. Esta fase es la más creativa: cada combinación de ingredientes genera un resultado distinto, y ahí está la magia de la kombucha casera —una bebida que evoluciona contigo, lote a lote. Saber más
La etapa de refrigerar y disfrutar marca el final del proceso y el comienzo del placer de beber tu propia kombucha. Una vez alcanzado el punto ideal de sabor y gas, las botellas se guardan en la nevera para detener la fermentación y mantener estables las burbujas y los aromas. El frío ralentiza la actividad de las levaduras y bacterias, conservando la bebida fresca y equilibrada durante varias semanas. Antes de refrigerar, conviene abrir las botellas con cuidado para liberar un poco de presión, sobre todo si contienen fruta o zumo, ya que siguen generando gas.
Al servirla, hazlo despacio: las burbujas son naturales y pueden ser intensas. Puedes colarla si prefieres una textura más limpia o agitarla ligeramente si te gusta conservar los sedimentos, que son inofensivos y ricos en probióticos. Disfrútala bien fría, sola o con hielo, y recuerda que cada botella es única: el resultado de un proceso vivo que cambia con el tiempo. En cada sorbo hay algo más que sabor: hay cuidado, paciencia y la satisfacción de haberla creado tú misma en tu kasa. Saber más
La Kombucha contiene microorganismos vivos que ayudan a mantener el equilibrio de la flora intestinal, mejorando la digestión y fortaleciendo el sistema inmunitario desde el intestino.
Los ácidos orgánicos y enzimas producidos durante la fermentación facilitan la descomposición de los alimentos y reducen la sensación de pesadez después de comer.
Gracias a las vitaminas del grupo B y una ligera cantidad de cafeína procedente del té, la kombucha aporta un estímulo suave y duradero, sin los picos de energía de otras bebidas.
Su combinación de ácidos naturales, probióticos y antioxidantes contribuye a mantener el pH corporal y a reforzar los mecanismos naturales de defensa del organismo.
La kombucha apoya los procesos de limpieza del hígado y la eliminación de toxinas, sin forzar al cuerpo, gracias a su contenido en ácido glucurónico y compuestos bioactivos.
Ofrece el placer de una bebida con burbujas y sabor, pero sin conservantes, colorantes ni azúcares añadidos después de la fermentación. Es una alternativa saludable a los refrescos industriales.
Cada botella está llena de vida: contiene bacterias y levaduras beneficiosas que siguen activas incluso después de refrigerar, manteniendo su carácter artesanal y natural.
Elaborar kombucha en casa invita a reconectar con los ritmos lentos, observar los cambios día a día y disfrutar de un proceso vivo que une tradición, paciencia y cuidado.
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